Labios sabor durazno,
delicioso sustento de dioses, digno de ser probados cada instante de la vida.
Estar cerca a sus
brazos, estar entre ellos, protegida contra el resto del mundo, sentirme plena
por un segundo, sin preocupaciones o tristezas, sin recuerdos o anhelos, solo
sus fuertes brazos rodeándome con delicadeza, ojos de chocolate mirándome con
cariño y un beso rebelde y prófugo que viene de ti.
Un beso. Un beso es la
apertura de algo, un respiro o un suspiro, es el pasaje espiritual, es la guía
del verso, del amor, es el canto del alma, de tu mirada. Los versos y los besos
te colman para volar por nunca jamás, cruzar el camino que lleva a la soledad,
un beso es mejor que cualquier palabra de aliento, un beso es la unión de dos
almas.
Ese beso rebelde se consagro
para posarse en mis labios contra vuestra voluntad, por arrebato del destino, ese
roce delicado entre nuestros cuerpos, tenía hermosos colores, ese efímero
segundo dejo impregnado en mí el sabor a durazno de tus suaves labios durante
todo el día.
Un escaso y subversivo
segundo que unió a dos amigos, dos camaradas, dos compañeros por azar del
destino, probando la miel de los labios del otro, sabiendo que después de todo
era algo natural, pero imposible, era desafiar la gravedad, porque después de
separarse continuarían con sus vidas, sus preocupaciones y sus parejas, porque
al separarse solo hablarían de su vida casi plena, porque ambos conocían el
significado de ese beso, era la unión más fuerte de amistad que conocían, era
el sello que había terminado de marcar
en sus vidas.
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