Lo siguiente va dedicado a aquellos amores pasajeros que jamás fueron. Al chico que iba delante de mí ayer en la buseta, cuyo cabello era como el de un ángel y su estilo el de un diseñador, supongo, era magnifico, iba leyendo un libro muy singular.
Björn Andrésen
Esos
amores a corto plazo, romances pequeños para aficionados, tan cortos como
intensos, hermosos como sus labios.
Esos
chicos que entran y salen de tu vida, hacen y deshacen sin darse cuenta.
Fugaces
segundos en que observas a alguien especial, posiblemente solo sea atracción, pero
es tan fuerte que podría ser el amor de tu existencia. Escasos minutos en que
aparece algo hermoso en tu caótica realidad, fantástico, solitario, tan irreal
como real, tan desconocido como interesante.
Esas
personas que jamás volverás a ver, quisieras saber todo de ellas, amarrarlas a
ti, volar como un globo sobre ellas para observar su magnífico existir.
Si
tan solo tuviera la valentía de preguntarle ¿Quién eres?.
¿Qué
me hubiera dicho? ¿Sería algo muy extraño?
Él
no sabe que yo existo, pero yo, hubiera dado todo por conocerle.
Por
acariciar su cabello rubio cenizo, ondulado, como las olas del mar.
Hubiera
dado todo por ser el reflejo del brillo de sus castaños ojos, por leerle hasta
que se acabaran los libros.
Hubiera
dado todo por tocar su piel. Por besar sus labios, por sentir sus manos.
Hubiera
cambiado mi vida por saber su nombre, su historia, su vida, por contar sus
pecas, por besar sus muecas.
Hubiera
querido muchas cosas, a él. Pero eso ahora era imposible, una vez había cerrado
su libro, una vez se hubiere levantado, una vez le vi marchar sin mirar atrás,
para jamás regresar.
A
menos que, por alguna suerte, tomemos la misma buseta, coincidamos de nuevo en
la misma vida, en la misma ciudad, bajo el mismo techo. Tal vez respiremos el
mismo aire y esta vez nunca nos separemos.
Yo solo sueño demasiado, porque es casi imposible que suceda, solo sería un milagro.
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