Para mí, Elsa y Elmar
Lo tenía atorado en la garganta desde hacía meses y eso era lo que más le sorprendía y aterraba, no sabía bajo qué extraño influjo lo había dejado salir, diez palabras, una frase y un solo sentimiento que amenaza con destruir su interior en cualquier momento. Lo había dicho tan espontáneamente, como si de un juego se tratara, pero en el fondo siempre supo que si no lo decía pronto se asfixiaría con sus propias palabras.
Lo tenía atorado en la garganta desde hacía meses y eso era lo que más le sorprendía y aterraba, no sabía bajo qué extraño influjo lo había dejado salir, diez palabras, una frase y un solo sentimiento que amenaza con destruir su interior en cualquier momento. Lo había dicho tan espontáneamente, como si de un juego se tratara, pero en el fondo siempre supo que si no lo decía pronto se asfixiaría con sus propias palabras.
Al decirlo pude sentir el alivio de quien confiesa una
enorme verdad, no espere nada, no conscientemente, pero mi voluntad me llevaba
a esperar una respuesta como si la necesitara para existir, ¿o la necesitaba?
¿Acaso de que le iba a servir? Lo cierto era que temía esa respuesta como un
niño pequeño temé el sermón de sus padres luego de cometer alguna travesura, yo
había ahogado el celular en un mar de almohadas y había decidido viajar a un
mundo donde no me alcanzara la realidad.
Quise recordarme los motivos por los que estaba donde me
encontraba, pero solo me llevaba a pensar que todo esto era absurdo, totalmente
contradictorio porque no era lo que quería o más bien lo que estaba buscando,
porque había querido ocuparme únicamente de mí, tal vez por egoísmo o por no
otorgarme tiempo en el pasado. Me
aterraba el darme cuenta que después del simple interés y la curiosidad llegara
la admiración seguida de una atracción y un gusto extraño por una persona que
relativamente acababa de conocer, me aterraba el notar que tenía sentimientos
que tontamente creía desechados en el baúl del recuerdo por un largo tiempo.
Luego de esperar la respuesta que jamás llegaría decidí
que podía sentir lo que sentía aunque fuera o no correspondía porque tenía la
libertad para hacerlo y una simple respuesta no podría cambiarlo, seguiría
sonriendo al ver un mensaje o la llamada entrante, seguiría imaginándome su
rostro frente al mío y esa sonrisa que me transportaba a algún lugar jamás
descubierto.
Y ahora, un mes después de su indirecta respuesta,
enviada con Hermes desde su lugar desconocido, no puedo evitar releerla una vez
más para sonreír lo más grande que puedo con cada palabra, frase, ocurrencia.
No era lo que esperaba, tampoco es que lo entendiera del todo, pero me limitaba
a dejarlo estar porque así me hacía más fácil las cosas, el pequeño guiño
escrito a mi vida me hizo notar que estaba completamente perdida, no había
vuelta sobre mis pasos, había un sentimiento que no podía ignorar y terminaría
matándome uno de estos días, uno que se me salía cada vez que me hablaba y me
obligaba a morder deseando con el más ferviente deseo que no lo hubiera
escuchado y maldiciéndome por dentro por ser tan débil.
Porque después de todo esa pequeña nota había aportado un
granito de felicidad de valor incalculable a mi vida como muchas cosas suyas,
tal vez cosas que él no habría notado, como una sencilla sonrisa o el hecho de
intentar convencer de que era buena en un juego para el que no había nacido, y
es que yo jamás he tenido buena puntería, estaba tan segura como lo estuve al
observarlo durante toda una era del hielo mientras de fondo escuchaba las
frenéticas palpitaciones de mi corazón en un deseoso anhelo de salir y huir del
lugar inmediatamente y una película que en otra ocasión me hubiera interesado.
Un sentimiento que tal vez pertenecía más a alguna
canción de Pedrina & Rio, Elsa y Elmar o Georgina, canciones que tenía en
el reproductor del celular para canalizar esos sentimientos en los momentos de
soledad que pintaban una sonrisa hermosa con sabor a ti, sonrisa que me
recuerda mi enorme defecto para interrumpir cualquier magnifica historia que me
estés contando para decir alguna tontada que pasa por mi mente porque parece
que de un tiempo para acá se me han perdido los filtros de conversación contigo
y sin el menor afán sonrió mientras me explicas que eso no está bien, sin saber
que no me importa, porque para mí, después de todo, tu voz es como una suave
canción.
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