Rose se había montado al
autobús, muerta de calor como cualquiera, se sentó en el primer lugar que vio.
Estaba hirviendo.
-¿Por qué no te haces allí
donde no está dando el sol?- preguntó un chico tras ella como si le hubiera
leído el pensamiento.
Ella se cambió de lugar y le
sonrió, en esos últimos tres meses no es que no hubiera reconocido la belleza
en otros chicos, eso sería mentir. Pero esta vez no solo vio esa belleza tan
normal… ese chico tenía algo, le hizo sonreír.
El negro y largo cabello del
chico se movía sedosamente por la brisa, demasiado tentador. No tenía una
belleza exuberante, era normal, pero seguía pareciéndole que tenía algo. El
autobús entro a su municipio…por dios, ¿había estado observándolo de reojo los
últimos treinta minutos? ¡Que patética!
¿Qué se sentiría tomar la
mano que recorría los sedosos cabellos negros del chico?
En cinco minutos se bajaría
de la buseta, él sería solo un recuerdo.
Tres minutos.
Puedo bajarme en la otra
cuadra…se dijo ella recordando el exceso de sol en ese día.
Dos minutos.
Él se levantó del asiento
para pagar el pasaje.
Un minuto.
Ella se levantó, tenía que
bajarse de esa de repente lenta cosa que se movía, el autobús.
-Por acá, por favor- dijo
él, otra vez ¿le había leído la mente?
Él la miro, ella le sonrió y
se bajó.
Caminaron a la par, notando
que iban en el mismo sentido, Rose reprimió una sonrisa divertida.
-¿Vas para allá?- casi
susurro él, ella dijo que sí divertida. Caminaron un segundo en silencio antes
de presentarse.
Ah que él era nuevo en el
barrio.
Ah que el calor de hoy. No,
el calor de todos los días se dijo ella.
Ah que él tenía lindos
ojos…bueno, eso no lo dijo, pero sí dijo que tenía lindo cabello y procedió a
invadir el espacio del joven y acariciarlo,
vaya manía de esa chica. ¿Pensaría que estaba loca? Bueno, tal vez sí, un poco.
Ella noto divertida que el
camión de la basura los seguía
-Nos quiere recoger, seguro-
dijo ella en broma, el asintió mientras reía.
Banalidades.
Conversaciones banales
mientras caminaban, muriendo de calor en el infierno en el que vivían como
ciudad…porque solo faltaban las llamas, no hablaron mucho, de hecho nada
importante hasta que llegaron a la esquina en cuestión.
-Entonces…-dijo ella sin
querer irse, que bobada- Yo voy para allá y tú para allá- dijo señalando hacia
lados opuestos…ahora la chica era espía y sabía dónde vivía él…
-No, yo para allá…ah ¿tú
vives ahí?- dijo él casual
-Sí, en esa casa- la que
esta tan llena de matas que por obra y gracia de la divina providencia no se
siente tanto el calor.
-Ah…-dijo con desgano,
bueno, ella estaría así si aún no hubiera almorzado…y llevara un saco puesto
con ese calor- Entonces nos…
Ella asintió mirando la
tienda junto a su casa, luego su casa, ese portón que se veía tan helado…
aunque sabía que estaba casi en llamas.
-Espera- dijo él ¿acaso ella
había dado un paso?- ¿Me das tú número? ¿Por favor? – y él ¿a qué hora saco el
celular? ¿El número? ¡Pues claro que no…! A quien engañaba…si ya estaba en la
mitad del número antes de siquiera pensar que estaba junto a un desconocido
diciéndole donde vivía… Imprudente.
-¿Así?
Ella se acercó por aquello
de la luz
-Sí- dijo y en un
imperceptible adiós empezó a caminar, cada segundo más roja…La vecina, se lo
contaría todo a su madre, ella lo sabía.
El camino pasándose una mano
por el cabello, ese cabello, ese gesto tan Potter. Oh dios…ella y su fanatismo
por Harry Potter, seguro ese chico era Sirius Black en versión joven… Ella le
observo mientras buscaba las llaves y abría la puerta…
Una vez adentro, fuera de la
vista de algún chismoso dejo su cara inexpresiva o su sonrisa cortes y empezó a
reír como una tonta… como una quinceañera. Se dio una patada mental y termino
de llegar a su casa.
Pasaron tres minutos.
Una notificación en
whatsapp…número desconocido…
Número desconocido…
“Hola, soy Patrick, el chico de la buseta…”
Querrá decir, el chico que
vive a la vuelta de tu casa… pensó ella sonriendo, contestando con un simple Hola, soy Rose y mandando el celular a
algún lado de la habitación mientras se dejaba caer frente al ventilador. Oh,
su amado ventilador.
Definitivamente, ese día era
una señal del destino a olvidar lo que olvidaba olvidar y de alguna forma
estaba cayendo en el olvido.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Imágenes de "Antes del amanecer" y "Antes del atardecer"
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